Adán y Jesucristo



El pago que Dios demandaba para la expiación de los hombres, era sumamente abrumador, imposible de cumplir por un humano normal, en el cual se enseñoreaba la ley del pecado; Jesús el Hijo del hombre tuvo que vivir una vida de completa piedad y obediencia a su Padre, para ser librado del pecado que lo asediaba.

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;  

Hebreo 5:7-8


El cumplimiento o satisfacción de la justicia de Dios, estaba supeditada a una obediencia sin condiciones a su palabra; el primer hombre Adán, creado sin pecado, y formado del polvo de la tierra fue desobediente a ella, por lo que trajo la ira de Dios para él y su descendencia; esta desobediencia también trajo la muerte. 

Este acto provocó el quebrantamiento del principio espiritual más grande que existe en el universo, y con el cual toda la raza humana se hizo culpable y fue considerada reo de la justicia de Dios.  Toda desobediencia a la palabra o mandato de Dios, trae consigo el ser considerado por Dios como enemigos, y, por tanto, reo de su justicia.

Pero el segundo hombre, Jesús el Unigénito del Padre, venido desde los lugares celestiales, engendrado sin pecado, fue obediente, y obediente hasta la muerte a la palabra de Dios, por lo cual el Padre lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre sobre todo nombre.  La obediencia de Cristo, trajo consigo que su justicia resplandeciese en todos los lugares, sean en los visibles o en los invisibles.

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de su gracia y del don de la justicia.

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos  

Romanos 5:17-19


Jesucristo, la Justicia de Dios



Con su obediencia, Jesucristo, satisfizo la justicia del Padre, con lo cual pudo presentarse victorioso ante el gran tribunal celestial y tomar de las manos del Padre, el libro que libertaba y salvaba a la familia humana.

Ante todas las potestades como testigos, el Cordero de Dios tomo el rollo escrito por dentro y por fuera y sellado con los siete sellos, y lo abrió, y con cada sello abierto, juicios cayeron sobre todos aquellos pecadores e incrédulos que rechazaron la gracia y la justicia de Dios en la persona de Jesucristo.Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, siete ojos, los cuales son siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.  

Apocalipsis 5:1-7


Su victoria en el calvario trajo consigo que el acta de los decretos que nos era contraria fuese anulada, y dejemos de ser considerados enemigos de Dios, y por tanto reos de su justicia; ahora   con la dignidad devuelta por Jesucristo, podemos decir con toda libertad: Abba, Padre.

Todos esos enemigos que nos habían esclavizados y pisoteados, tuvieron que devolver todo lo que nos habían robado; el Señor Jesucristo, los despojó y los avergonzó públicamente; Satanás y todos sus secuaces sufrieron la más humillante derrota en el Calvario.

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la circuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,
y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.   

Colosenses 2:13-1

Autor: Apóstol Bolívar Guerrero

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