Venciendo Gigantes
Venciendo Gigantes
Por: Carlos E. Rendon
6Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
7Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4: 6,7
1El Señor es mi pastor; nada me faltará.
4Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Salmos 23: 1, 4
El apóstol Pablo en reiteradas ocasiones en sus cartas pedía a los hermanos que se mantuvieran unidos confiando en el Señor. Esta es una lección que muchos han dejado de lado permitiendo que sus miedos se apoderen de sus vidas hasta frustrar sus planes. Al depositar todo en las manos del Señor tenemos la confianza de que Él es justo y nunca nos dejará solos.
Al leer el salmo 23 viene a mi mente la imagen de un joven muy delgado enfrentándose a un león o a un oso solo con su vara, una onda y sus manos. Estos animales inmensos están en la sima de la cadena alimenticia en el reino animal. A simple vista pareciera que el joven no tiene oportunidad alguna, pero acto seguido se escucha pronunciar de su boca este salmo “El Señor es mi pastor; nada me faltará”, a medida que va diciendo estas palabras se va llenando de confianza y valor y se lanza encima de su adversario y lo vence.
Evidentemente en esta ocasión vamos a hablar acerca del joven David. Este personaje se pasaba cuidando su rebaño trabajando probablemente todo el día fuera de casa a pesar de su corta edad. Su pasión por Dios era tal que llego a ser conforme al corazón de Dios. Cuando el profeta Samuel lo unge como nuevo rey de Israel se lleva una gran sorpresa.
6Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de del Señor está su ungido.
7Y Dios respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón.
8Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido el Señor.
9Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido el Señor.
10E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: El Señor no ha elegido a éstos.
11Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Dios dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
1 Samuel 16: 6-12
Tal vez muchos hemos pasado por el menosprecio del mundo, pero Dios tiene preparado un lugar especial para aquellos que decidimos creer en Él. Como Jesucristo lo supo decir Dios esta buscando adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad. Personas dispuestas a depositar todo en las manos de Dios y emprender un viaje hacia la vida eterna.
Siendo David muy joven fue ungido rey, pero el camino hasta llegar a su reinado aún era muy largo. Su primera hazaña fue vencer a Goliat. Desde luego fue la mano de Dios mismo la que derrotó a aquél gigante, para que Dios pueda derrotar a nuestro gigante antes debemos derrotar a aquellos gigantes que viven en nuestra mente y no nos permiten acercar a Dios.
Los gigantes más difíciles de vencer son aquellos que siempre están martillando nuestra mente diciéndonos que no podemos, que somos insignificantes. Cuando podamos vencer aquellos gigantes entonces Dios se encargará del resto.
Antes de enfrentarse a Goliat, David tomo cinco piedras, no obstante, solo basto una para derrotarlo. Este indicio nos permitirá desarrollar este estudio, analizando el propósito de las 5 piedras y como nos ayudarán a vencer a nuestros gigantes.
1. Primer Gigante: ¿Qué pienso de mí mismo?
34David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
35salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
36Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
37Añadió David: El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Dios esté contigo.
1 Samuel 17: 34-37
Aunque su apariencia no era la de un guerrero David sabía bien que toda su vida él había sido preparado para este momento. En este punto cabe preguntar ¿qué piensas de ti? Tal vez comencemos a hablar de lo que tenemos, de nuestro trabajo, o el sentimiento de culpa nos haría recordar las ocasiones en las que hemos fallado. Estás cosas han sido diseñadas por el mundo para alejarnos de nuestro verdadero propósito en la tierra.
Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te
santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Jeremías 1: 5
Al igual que el profeta Jeremías Dios quiere que entendamos que nos ha creado con un propósito. Aunque los afanes de este mundo nos hayan desviado de nuestro blanco, ha llegado el momento de encaminarnos nuevamente porque Dios anhela devolvernos todo el amor, la paz y la alegría que por años el mundo nos ha negado.
2. Segundo Gigante: ¿Qué dicen de mí los demás?
Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
1 Samuel 17: 28
Un problema muy evidente en la actualidad es el miedo a lo que digan los demás. Debido a esto muchas personas caen derrotadas por este gigante, tanto así que terminamos haciéndonos ideas de cosas que tal vez nadie las dijo y que solo existen en nuestra mente.
Pongámonos en la posición de David por un momento, su hermano lo reprende fuertemente y además Saúl en un tono de resignación le dice “…Ve, y Dios esté contigo” [17: 37]. Aunque su hermano no lo quería ver en ese lugar y Saúl no tenía confianza en él, David no se dejo persuadir ni se desalentó porque había entendido que los propósitos de Dios son mucho más grandes que las opiniones de los demás.
Es importante que entendamos lo que nos enseña nuestro Señor Jesucristo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” [Juan 16:33], aunque vengan las pruebas y aunque el mundo se ponga en contra de nosotros, tenemos una esperanza viva y la promesa de la vida eterna sólo en Cristo.
3. Tercer Gigante: Las circunstancias
38Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza.
39Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas.
40Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.
1 Samuel 17: 38-40
Es muy común escuchar a las personas decir: “aún no ha llegado mi tiempo” o “la próxima vez será”. Claramente David nos está enseñando que a pesar de que las circunstancias no son las más adecuadas el día es hoy y el tiempo es ahora. Cuando sentimos el llamado de Dios damos un paso de fe y entregamos nuestras vidas a Dios, luego de esto entramos en un proceso de renovación donde aprendemos a hacer la voluntad de Dios.
Cuando fijamos nuestra mira en Jesucristo no hay gigante que nos haga frente solo debemos de mantenernos firmes caminando hacia Él. Para poder ver los resultados del poder de Dios debemos de comenzar a actuar en fe, confiando en aquel que tiene el poder para darnos la victoria en cualquier circunstancia.
4. Cuarto Gigante: Intimidad con Dios
1El Señor es mi pastor; nada me faltará.
2En lugares de delicados pastos me hará descansar;Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Salmos 23: 1,2
La clave del éxito en nuestra vida espiritual es tener intimidad con Dios, ese momento a solas donde nos presentamos a Dios tal como somos. La oración es la que nos permitirá acercarnos a Dios. En el salmo 23 David nos muestra su relación muy intima con Dios y su dependencia, si Dios iba guiando su camino estaría completo.
5. Quinto Gigante: Confianza en Dios
45Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.
46El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.
47Y sabrá toda esta congregación que el Señor no salva con espada y con lanza; porque del Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.
48Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.
49Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.
50Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.
51Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron.
1 Samuel 17: 45-51
Por último, la piedra de la victoria, la confianza en Dios. Al encontrarse frente algigante, David comienza a manifestar su confianza en Dios y la victoria que le daría sobre su enemigo.
Este nivel de confianza solo lo alcanzan aquellos que han perseverado por los caminos de rectitud del Señor, aquellos caminos que Él ha marcado para que nosotros nos conduzcamos.
Transportémonos por un momento a aquel momento de la victoria sobre Goliat, imaginemos a todos los hermanos contentos tratando de sacarse una selfie con el gigante muerto. Todos quieren ser parte de la victoria, pero es momento de que todos nos volvamos protagonistas en la batalla.
En conclusión, para poder vencer a nuestros gigantes debemos:
• Entender que Dios nos ha llamado para que seamos portavoces de su palabra.
• No debemos permitir que los malos comentarios nos alejen de los propósitos de Dios.
• El mejor momento para lanzarnos a la batalla es hoy.
• Para poder tener una victoria es necesario tener una relación cercana con nuestro Dios mediante la oración y la constante búsqueda.
• Para poder ver caer a los gigantes debemos trabajar en la obra del Señor y librar nuestras propias batallas, sin esperar a que los demás comiencen, tener iniciativa.
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